Si la rutina no te mata, la soledad lo hará

El trabajo de rutina actualmente es parte importante de la sociedad, así como lo somos nosotros en esencia. Es decir, el trabajo con horario de oficina es importante para que los mecanismos de una sociedad funcionen y nosotros somos los engranajes. Así es esto, nos guste o no. No importa si eres una persona aislada e introvertida, o si prefieres permanecer en la soltería para que no tengas que rendirle cuentas a nadie o sientes que no perteneces a este mundo: en todos los casos tienes un registro de nacimiento, un documento de identificación y habrás tenido que asistir a un colegio. Si sigues adelante tendrás que trabajar de manera inevitable en alguna empresa que comercia con bienes y servicios. Somos parte del sistema incluso contra nuestra voluntad. No es algo para estar triste o frustrado. Es algo natural. Yo mismo intenté aislarme muchas veces creyendo que nadie me iba a entender y que no necesitaba de los demás. Pero no es así. Siempre necesitamos de alguien. El ser humano es un ser social y, como dicen algunos memes por ahí, siempre necesitamos encontrar a personas que tengan nuestro mismo desequilibrio mental, que tengan un sentido del humor como el nuestro o que tengan nuestros mismos gustos en ocio. De otra forma, ¿con quién más vas a hablar de esa serie o película que tanto te gustó pero que nadie conoce?

Somos seres sociales. Y puede que te estés sintiendo muy bien resguardado en tus cuatro paredes, tal vez sientes tranquilidad hablando solamente con tu gato. Hay gente que aprende a vivir así. No solo me refiero a ese caso tan concreto, hay muchas formas de aislarse, y en muchos de esos casos las personas desarrollan un falso sentido de superioridad que los lleva a alejarse de su propia humanidad.

Empecé a escribir esta entrada un poco sin rumbo, solamente con esa ansiedad con el futuro, con esa sensación de que necesitas cerrar un ciclo y empezar otro. El problema es que, a medida que cumples años, la tarea cada vez es más difícil. Hay cosas que no puedes echar a la basura de repente (como tal vez lo habrías hecho siendo muy joven), pero tampoco puedes seguir como estás cuando te enfrentas a estos momentos de la vida (que en este blog parecieran frecuentes). En realidad siempre hay una evolución en nuestra manera de percibir el entorno, una especie de adaptación a los cambios de la sociedad y de nosotros mismos con la cual pretendemos no desprendernos de nuestra cordura (al menos no del todo). El punto de todo esto es que a veces confundimos esos dos elementos con los que he titulado esta entrada: la rutina y la soledad. A veces te empiezas a quedar solo y no te das cuenta (incluso cuando hablas con varias personas). Entonces crees que debes cambiar de rutina. A veces pasa lo contrario: la rutina te empieza a desgastar pero no lo notas y lo que haces es buscar nuevos espacios sociales. Creo que cuando una de las dos cosas falla, es bueno saber cuál de las dos es. Me refiero a que puedas identificar qué es lo que te hace falta, porque en muchas ocasiones tenemos que seguir trabajando para comer y solo basta encontrar viejos amigos, o amigos nuevos, que te ayuden a llevar esta realidad que es la vida y a disfrutarla. Es decir, estar rodeado de la gente correcta te puede ayudar a tener una vida más feliz. Ahora, puede que tengas todo eso, pero que definitivamente no te guste lo que haces. De esto ya he hablado en entradas anteriores y no voy a repetirme, pero solo diré que es menos difícil tomar la decisión de cambiar de rutina por una que te guste más que encontrar amigos afines a nosotros.

Hasta ahí todo manejable. Pero, ¿y qué pasa si llegas a necesitar ambas cosas? ¿Qué pasa si necesitas cambiar de rutina y también te sientes un poco a la deriva? A veces necesitamos un consejo importante sobre esa rutina que nos tiene desgastados y no tenemos a una persona lo suficientemente objetiva (y subjetiva) para que entienda nuestra situación. En este cuadro que acabo de plantear, puedes ver que, aunque es un escenario donde te puede matar la rutina o la soledad, pesa más la ausencia de personas que nos entiendan.

Al final las decisiones las tienes que tomar tú, e incluso si un amigo te da un consejo y lo sigues, no tienes derecho a culparlo después por las consecuencias. Porque la decisión es tuya. En todo caso, si eres como yo y piensas demasiado las cosas, lo mejor es que te relajes con amigos para que después puedas pensarlo todo con más calma. Si no tienes con quién compartir una cerveza (o lo que te apetezca tomar), lo mejor será que empieces por acudir a espacios comunes en donde pueda haber gente con tus mismos intereses. Por ejemplo, yo estoy por regresar a la Casa de la Cultura de mi ciudad, pero te puede servir cualquier clase de evento; por eso es que me gusta la industria del ocio: está llena de oportunidades de socializar al rededor de cualquier tema).

Como sea, lo importante es que encuentres ese lugar donde estés contento y esas personas con las que estés a gusto, porque somos humanos y si la rutina no te mata, la soledad lo hará.

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