Entre el arte, la necesidad y el auto-abandono

Queridos lectores, esto es un ciclo sin fin y es normal, porque somos humanos (aunque algunos se crean animales, árboles y hasta alienígenas). Lo que quiero compartir hoy es algo que le ocurre a muchos, aunque estemos trabajando en cosas diferentes. El punto es que ser un escritor con pocos lectores (o ser artista con pocos clientes) es algo que te obliga a tener que subsistir con otras alternativas para poder seguir escribiendo. Esto ocurre con muchas otras profesiones artísticas; que no podamos vivir enteramente de eso y tengamos que obligarnos a buscar dinero por otros medios: y es ahí donde se genera ese ciclo todas las veces. El dilema es simple: quieres ganar dinero como artista (suficiente dinero), pero la necesidad te empuja a buscar alternativas. Es una operación de dos factores donde el resultado puede variar mucho dependiendo de cómo funcione tu cabeza. Hay algo que siempre he dicho y es que admiro a las personas que pueden enfocarse en una sola cosa, en un proyecto de vida, que se apasionan por eso, lo suficiente como para soportar los días más difíciles, que persisten y que, finalmente, logran su objetivo. Si eres una de esas personas, es muy probable que tengas el éxito asegurado. El problema es que también existimos otros seres sumamente variables y que, aún así, soñamos con triunfar de alguna manera.

Teniendo en cuenta lo que acabo de decir, hemos planteado el primer escenario en el que el título de esta entrada no se aplica, porque si eres capaz de resistir la adversidad sin que esta erosione tu motivación, no vas a tener inconvenientes. Pero, en el otro escenario, existimos seres un poco más normales (y a la vez bastante anormales), que dejamos que la necesidad de dinero nos aparte de nuestras pasiones. Sobre esto ya hablé una vez aquí y siempre suelo quejarme de lo difícil que puede ser tener un trabajo de oficina y adelantar tu proyecto personal al mismo tiempo; además añade que las labores del hogar cuando eres una persona adulta se llevan gran parte de tu tiempo y, súmale, que cuando encuentras un momento “libre” puede que te guste mucho ver series, leer un libro, ver una película, un anime o pasar el tiempo con videojuegos (eso, si es que no tienes hijos a los que debes atender). Por eso es que admiro a la gente que sabe enfocarse. El punto de todo esto es que, si asumimos un trabajo de oficina y nos dejamos absorber por él mientras nos quedamos en la comodidad incómoda de un sueldo que apenas alcanza para lo necesario, estaremos dando el primer paso para el auto-abandono artístico. Llegados a este punto ya tenemos dos escenarios más: uno en el  que te rindes, te abandonas, y decides dedicarte a vivir la vida sin obtener ese éxito que alguna vez soñaste (y si aprendes a ser feliz con esa decisión, también está bien), y otro escenario, el último, en el que sigues luchando hasta contigo mismo, sigues pasando por altibajos, sigues buscando  la manera de ser más productivo mientras también buscas espacios para perder el tiempo, para después sentirte mal por desperdiciar una tarde entera y tu mente de alguna manera te recuerda que no ganas lo suficiente y cuando menos te das cuenta, estás buscando maneras de conseguir dinero que nada tienen que ver con tu profesión, ni con tu talento, ni con tu trabajo de oficina.

En el 2018, cuando decidí ser escritor, renuncié al trabajo que tenía para iniciar con mi primer libro. Desde ese entonces creí haber abandonado mi carrera, porque no solo renuncié a mi trabajo, sino que deserté de una Maestría que ya casi había finalizado (que no era de escritura, ni de literatura, ni de arte). Tiempo después la necesidad me obligó a conseguir trabajo nuevamente y, fue la necesidad otra vez, la que me hizo ver que la escritura es una carrera muy larga, es decir, que sus resultados pueden verse a lo largo del tiempo. Y pienso seguir escribiendo, tengo mil ideas, pero mientras lo hago, también quiero vivir sin necesidades. Supongo que ese es el problema. Como sea, el punto es que hice nuevamente el ejercicio mental que me definió como escritor, esta vez para definir la actividad con la que me ganaré la vida mientras escribo. Me di cuenta de que me hice profesional por amor al arte (aunque no estudié artes como tal) y me percaté de que abandoné la Maestría porque mi proyecto de investigación me estaba alejando (aún más) de mis pasiones. Tuvieron que pasar casi cuatro años para entender las cosas y retomar esa Maestría, que aunque sigue sin tener nada que ver con arte, yo mismo estoy haciendo que tenga que ver desde mi nuevo proyecto de investigación. Así que estoy descartando un par de años de trabajo en un proyecto que no terminaré y empezaré otro nuevo. Parece una locura, pero es ahí donde mi parte artística me recuerda quién soy: había dejado la Maestría porque había perdido totalmente la motivación respecto a ella. Pero al replantear el tema de investigación para este proyecto, la motivación volvió. Sé que esto parece confuso, porque ahora parece que no tendré tiempo para la literatura debido al proyecto de la Maestría (sumado al horario de oficina). Pero no es así: siempre hay tiempo para hacer lo que más nos gusta.

Por supuesto, todo esto regresó a mí desde la intención de obtener mejores ingresos económicos. No solo eso, también de salir de la zona de confort: ese lugar en el que parece que estamos a gusto, pero de donde en realidad queremos salir. Es decir, al principio quería resolver el problema de inmediato, quería tener dinero ya, quería no pasar necesidades, quería resolverlo todo. Por eso fue que estuve a punto de postularme a un concurso para ser docente de bachillerato (en artes), pero me di cuenta de que sería un error (al menos en este momento de mi vida). No lo descarto, pero me di cuenta de que ya tengo una carrera que puedo potenciar, que puedo redirigir a un entorno creativo, a un ámbito en donde le pueda dar lugar a nuevas ideas. También supe que no sería inmediato, que este tipo de cambios requieren un poco de tiempo, pero si tienes el objetivo claro, el tiempo será más corto de lo que crees.

Lo que trato de decir es que, para que ese trabajo de oficina no sea tan mortificante, es misión de nosotros mismos replantear el rumbo de nuestra carrera para que al menos nos permita explotar otra de esas facetas artísticas que nos quitan el enfoque. Así, al menos estaremos ganando dinero con algo que también nos gusta hacer, sin tener que recurrir al auto-abandono artístico.

P.D. No dije que va a ser fácil, será difícil, pero si logras encaminarte en la dirección correcta, te sentirás a gusto saliendo de esa “zona de confort” que cada vez se estaba haciendo más incómoda.

 

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