Ser ociófilo y a la vez crítico con una estructura argumental y narrativa

Tal vez, solo tal vez, te has preguntado por qué aquí en mi sitio web me denomino “Escritor Ociófilo”. Ociófilo es una palabra que no existe en ningún diccionario. Si la viste en otro lado, seguramente los de ese otro lado la vieron aquí primero. Lo sé porque para crearla investigué de manera cuidadosa si ya existía. Vi necesario crearla porque es la manera en la que me defino. Es decir, la que más se le parece es cinéfilo, pero esta es solo para personas aficionadas al cine. Pero a mi me gusta el cine, la literatura, el anime, los comics y los videojuegos también. Todas estas actividades también poseen cargas argumentales en mayor o menor medida y todas pertenecen al sector del ocio. Por eso decidí definirme en esa palabra: Ociófilo. Está compuesta por la palabra ocio, cuyo significado se corresponde con las actividades en las que invertimos nuestro tiempo libre, y por la raíz griega philein, que significa amar, más el sufijo -o (agente, el que hace la acción). De esta manera, el significado de Ociófilo sería:

Ociófilo, la
De ocio y ‒́filo.
1. adj. Aficionado al ocio.
2. adj. Perteneciente o relativo a la ociofilia o a los ociófilos.

 

Así que al llegar a esta definición me doy cuenta de que no es una sola palabra, sino dos: ociófilo y ociofilia, que sigue refiriéndose a la afición por las actividades de ocio.

Pero esta entrada no es solo para contarte el porqué del “Escritor Ociófilo”, sino también para compartirte otro pensamiento: Que si tienes gustos similares a los míos en cuanto a actividades para hacer en los tiempos libres, también eres un ociófilo (ahora que lo pienso, podría ser una traducción al castellano de la palabra ‘geek’). El punto es que si eres ociófilo o geek, está bien. Pero si produces contenido para el sector del ocio, entonces también sería bueno que seas crítico respecto a la carga argumental y narrativa del material que consumes. Y bueno, antes de ir más lejos, tengo que hacer una pausa porque yo me imagino que si eres un purista de los libros puede que estés ofendido por catalogar la literatura dentro del sector del ocio. La mala noticia (que en realidad no es mala) es que así es. La literatura también es ocio (ojo, que estoy hablando de libros de un género diferente al conocido como no-ficción). Es decir, si un libro es documental, de historia, de cocina, de matemáticas o incluso de autoayuda, ese libro no es literatura. A ver, llegado a este punto me he percatado de que la palabra “ocio” tiene mala connotación, y ahora me hallo defendiéndola, como si no fuese suficiente que me denomine a mí mismo como escritor ociófilo. El punto aquí es que, aunque sí es contenido que hace parte del sector del ocio, no deja de ser un arte: la literatura es arte, el cine es arte, el anime es arte, los cómics son arte y los videojuegos también son arte. Y como dije al inicio, lo que tienen en común es que todos estos poseen una carga narrativa. El problema es que  también tienen en común que pertenecen (me repito) a la industria del ocio y nótese el énfasis en la palabra ‘industria’. Esto significa que muchas producciones de los sectores mencionados buscan lucrarse y, para eso, muchas veces sacrifican la calidad argumental y narrativa de sus productos.

Es aquí donde hablamos de ser críticos con una estructura argumental si nos dedicamos a crear contenido con las características ya descritas. Es decir, si estamos en la capacidad de detectar agujeros argumentales (o de guion) en un libro, una película, un cómic o un videojuego, seremos capaces de mejorar nuestra redacción para no cometer ese tipo de errores. Hay una serie de temas que se deben tener presentes para no caer en esos agujeros argumentales (hay varias páginas en internet que hablan de estos), pero hay dos claves que pueden ser suficientes para que una historia tenga sentido:
1. Todo debe tener un porqué (este es esencial para evitar los deus ex machina).
Excepción: Que la premisa en la trama sea que pasa algo inexplicable y se acaba la historia sin que se sepa por qué ocurrió. Ojo, que esta excepción solo aplica cuando utilizamos ese algo inexplicable para contar otro tipo de cosas, para exponer el comportamiento humano, etc. (por ejemplo, lo que suele pasar en libros de Saramago como ‘Ceguera’).
2. Todos los porqués deben ser coherentes entre sí (esto sirve para que los eventos de la historia o los argumentos de los personajes no se contradigan a lo largo del relato).

En todo caso y última instancia, descubrí que, al menos hablando de películas, deberías verlas dos veces (en especial si la primera vez estás acompañado): una para disfrutar la experiencia (y para no dañarle la película a tu acompañante) y la otra para ver con ojo crítico esa historia (especialmente si te ha gustado mucho). Antes de despedir esta entrada, quiero decir que, obviamente, hay muchas más actividades de ocio diferentes a las que mencioné aquí, pero es que para contarles todo esto necesitaba las que manejaran una carga argumental.

Dicho todo esto, lo único que queda es contarles que pronto agregaré algunas entradas respecto argumentos desperdiciados en películas. No creo que hable de algún libro en particular porque, para ser sincero, me cuesta mucho encontrar errores argumentales en una historia escrita que no sea una de las que yo escribo (lo que sí tengo es buen ojo para los errores ortográficos).

 

 

Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba
Estimado lector: Diariamente invierto tiempo y dedicación en los contenidos que publico. Por eso he puesto esta pantalla.