Esto no es una reseña de una película. Sería un poco tarde, pues quiero hablar de una frase en una película de 2005. Hay una escena en la película “Batman Inicia” de Christopher Nolan, donde Rachel vuelve a ver a Bruce Wayne muchos años después de que él abandonó Ciudad Gótica para tener su entrenamiento con la liga de las sombras. Cuando se vuelven a encontrar, Bruce Wayne ya es Batman, pero necesita mantener su fachada de chico Playboy, pero cuando se ve sorprendido por Rachel después de comprar un restaurante cinco estrellas y después de nadar en la fuente decorativa con dos supermodelos, una a cada lado, él con su mano hace un gesto para señalarse a sí mismo y dice: “Rachel, lo que ves, todo esto… yo no soy lo que piensas. En el interior soy alguien diferente”. Al escuchar eso Rachel le responde: “[…] No es quien seas en el interior. Son tus actos lo que te definen”.
La primera vez que escuché eso me impactó mucho. Esta frase resalta la importancia de la responsabilidad y el impacto de nuestras acciones en cómo somos percibidos por los demás y cómo nos definimos a nosotros mismos. Cuando la escuché yo aún estaba planeando historias y soñando con escribirlas algún día (acepto que estoy retomando por tercera vez el proceso y, esta vez, de manera contundente). Bruce Wayne lo decía porque en realidad su acciones ya lo estaban definiendo. Incluso hacia el final de la película él mismo se las repite a Rachel antes de saltar de una azotea con su traje de murciélago. El punto es que, es frecuente pensar y pensar cosas, sentir que somos alguien más en el interior, o que podemos serlo pero que aún nadie nos ha descubierto. Lo cierto es que nadie nos va a descubrir si no hacemos nada, los demás no saben leer la mente. La cuestión es que la gente no ve lo que pensamos, pero sí lo que hacemos. Esto me hace recordar dos refranes, uno de la generación pasada y uno de la generación de las redes sociales. La primera frase es “Un acto vale más que mil palabras” y la segunda frase es: “No hables, actúa, porque cuando haces, las cosas se dicen solas”. Estas frases refuerzan el concepto que les estoy compartiendo hoy; quería compartirles esto porque en ocasiones sirve de motivación para movernos hacia la acción.
Para no dejar esta entrada tan corta, me tomaré la libertad de complementar el tema con un par de aportes desde la psicología y la filosofía; elementos que suman al concepto de que nuestros actos definen quiénes somos, cómo somos percibidos por los demás y cómo nos proyectamos hacia el futuro.
Desde el punto de vista de la psicología, existe una teoría llamada “Teoría de la autodeterminación” desarrollada por Edward Deci y Richard Ryan. Según esta teoría, los seres humanos tienen tres necesidades psicológicas fundamentales: la necesidad de autonomía, la necesidad de competencia y la necesidad de conexión social. Estas necesidades influyen en cómo nos relacionamos con el mundo y en cómo construimos nuestra identidad.
En relación con el tema de los actos que nos definen, la teoría de la autodeterminación sostiene que cuando nuestros actos están alineados con nuestras necesidades psicológicas fundamentales, experimentamos un mayor bienestar psicológico y una sensación de coherencia interna. Esto significa que si nuestros actos reflejan nuestra autonomía (sentir que tenemos elección y control sobre nuestras acciones), nuestra competencia (sentirnos eficaces y capaces en lo que hacemos) y nuestra conexión social (sentirnos conectados y pertenecientes a los demás), tendremos una mayor congruencia entre nuestras acciones y nuestra identidad.
Desde el punto de vista filosófico, hay varias corrientes que se ocupan de la cuestión de la identidad y los actos. Por ejemplo, en el existencialismo, se destaca la idea de que somos lo que elegimos ser a través de nuestras acciones. Según filósofos como Jean-Paul Sartre, la existencia precede a la esencia, lo que significa que no tenemos una esencia predefinida, sino que somos libres para crear nuestra propia identidad a través de las elecciones que realizamos y las acciones que llevamos a cabo.
Además, la ética de las virtudes también ofrece una perspectiva interesante. Según esta corriente, la identidad y el carácter se desarrollan a través de la práctica constante de virtudes. Nuestros actos no solo definen quiénes somos en el presente, sino que también influyen en la formación de nuestros hábitos y disposiciones, moldeando nuestra identidad y la forma de alcanzar nuestros objetivos a lo largo del tiempo.
Y quiero resaltar esto último: “A lo largo del tiempo”. Es algo de lo que también les quiero hablar, pero será a través de una frase que escuché en otra película. ¡Hasta entonces!